L. RENTERIA | "El nuestro es un proyecto que tiene la metodología de la psicomotricidad como base y se orienta a la población infantil que puede vivir en contextos especiales o padecer posibles dificultades", explican la psicóloga Begoña Ruiz y el psicomotricista Iñigo Abasolo, ambos educadores sociales y pertenecientes a Bidegintza. "Algunos de estos niños y niñas provienen de familias multiculturales o con problemas socioeconómicos, y otros tienen carencias en el ámbito emocional, físico, relacional o cognitivo".
Así, desde el año 2009 Mantangorri funciona en el Colegio Ángeles Custodios de Bilbao impulsado por laAsociación Bidegintza y por la propia escuela. Además, la iniciativa ha contado con el apoyo de la Obra Social BBK, el programa Gizalan de la Fundación Carmen Gandarias y la Residencia Stella Maris.
Los participantes en el proyecto son niños de entre 2 y 10 años que estudian en el centro educativo, prestándose "especial atención a aquellos que se encuentran en una situación de vulnerabilidad social". Teniendo esto en cuenta, existen dos ejes de intervención: la prevención primaria -"dirigida a toda la comunidad infantil"- y la prevención secundaria, que se centra en "los niños que por diversos motivos muestran alguna dificultad".
Discapacidades físicas o cognitivas, retrasos emocionales, hiperactividad, agresividad, inhibiciones... Los 'peques' que toman parte en las sesiones de psicomotricidad reciben ayuda para sus problemas y se lo pasan en grande con sus compañeros: "Al fin y al cabo, es un espacio de juego libre que les da seguridad y en el que pueden expresarse sin ataduras".
Mejor acceso a los aprendizajes académicos
Las sesiones duran entre una hora y hora y media, y los alumnos acuden a ellas "al menos una vez por semana". Existen unas pocas normas para respetar los materiales y a los demás, y se desarrollan numerosos juegos y ejercicios: "Tenemos un 'ritual' de entrada y salida, un espacio de expresividad motora, otro de expresividad gráfico-plástica y lenguaje... Y también hay tiempo para leer cuentos, hacer juegos, dibujar, saltar o construir casas con bloques de gomaespuma, por ejemplo".
Gracias a estas actividades, "los niños disfrutan y ganan en autoestima, lo que les permite acceder mejor a los aprendizajes académicos y contribuye a su éxito escolar". Esto demuestra que "la psicomotricidad, especialmente la psicomotricidad relacional, es una herramienta muy útil que ayuda a entender a los niños y a conocerlos mejor".
"Ellos y ellas hablan y se expresan instintivamente a través del cuerpo: nos cuentan su historia, sus emociones... Y la experiencia les resulta liberadora porque pueden soltar sus miedos y angustias, descargar su energía y abrirse a los demás". Por si fuera poco, "se ejercitan físicamente, aprenden a relajarse y amplían el conocimiento de su cuerpo trabajando la coordinación, la lateralidad y el equilibrio, entre otros".
La implicación de familias y docentes
Pero el proyecto Mantangorri, que en estos cuatro años ha atendido a más de 250 niños y niñas (este curso hay seis grupos con cerca de 150 participantes), va más allá y pretende "implicar a las familias y crear canales de comunicación entre los alumnos y la escuela".
Para ello, "existe una coordinación con los profesores del centro educativo, y se potencia el 'feedback' con los padres y madres mediante tutorías y espacios de juego conjunto con sus hijos. Gracias a estos últimos, los 'txikis' y sus progenitores comparten el tiempo de ocio, desarrollando su psicomotricidad e intercambiando experiencias. Además, estas actividades tienen un efecto multiplicador, ya que permiten que los adultos expandan lo aprendido a otros ámbitos".
Los responsables de Mantangorri, que realizan otras actividades paralelas como la elaboración de trípticos o el mantenimiento de un blog (https://sesiondepsicomotricidad.blogspot.com.es/2012/11/proyectos-con-la-psicomotricidad.html), valoran "muy positivamente" el trabajo realizado hasta ahora: "La respuesta ha sido fantástica. Los críos siempre están deseando venir, y la evaluación de padres y profesores también ha sido buena".
"La psicomotricidad relacional quizás no es lo suficientemente conocida como herramienta en el ámbito educativo, pero lo lógico sería que estuviera completamente integrada en el sistema escolar, y esa es una tarea que incumbe a la Administración. En cualquier caso, nosotros seguiremos trabajando por impulsar este modelo y trasladarlo a otros centros. Sus beneficios son palpables y, gracias a él, los niños y niñas evolucionan de manera muy favorable y desarrolan numerosas aptitudes".
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